Don Álvaro: Don Fadrique/ Don Carlos: Don Félix
Don Carlos descubre
la verdadera identidad de «don Fadrique de Herreros» cuando este se encuentra
herido y al borde de la muerte (o eso parece).
Antes que nada, conviene recordar que estos dos personajes
se conocieron debido a que Don Álvaro le salvó la vida a Don Carlos (hermano de
Leonor) en un enfrentamiento con otros soldados, a causa de una partida de
cartas y los conflictos por las trampas que los contrincantes de Don Carlos
llevaban a cabo. Cuando estos se presentan, ambos se dan nombres falsos: Don
Álvaro dice llamarse «don Fadrique de Herreros» y Don Carlos se hace pasar por
un tal «don Félix de Avendaña». Se hacen muy amigos. En una de las batallas,
Don Álvaro es herido y Don Carlos pone todo de su parte llamando a médicos y
especialistas para salvar a su compañero. Cuando Don Álvaro cree que va a
morir, le entrega la llave de la caja, donde se revela su verdadera identidad,
a Don Carlos, pidiéndole que queme lo que hay dentro, pero con la condición de
no abrirla.
Es importante mencionar que Don Carlos fue a Italia a
combatir para encontrar al causante de la muerte de su padre y vengarse.
Imagen: ambitocapileira.blogspot.com |
Don Carlos decide abrir la caja, puesto que al mencionarle a
su amigo al Marqués de Calatrava, este tiene una reacción muy extraña: no
quiere oír ese nombre. El hermano de Leonor sospecha que este pueda ser el
causante de la deshonra de su familia y de la muerte de su padre, al abrir la
carta, se da cuenta de que ha trabado amistad con el mismísimo Don Álvaro.
El proceso de abrir la caja de la verdadera identidad de Don
Álvaro se produce mediante un soliloquio de Don Carlos, donde el espectador
puede saber qué piensa este personaje y
por qué abre la caja (saltándose la promesa que le hizo a su compañero).
Podemos decir que se trata de un momento de anagnórisis,
pues la trama se desenvuelve en esta ocasión, dando un vuelco a la vida de
estos dos hombres: la identidad de Don Álvaro será revelada y Don Carlos morirá
en un duelo contra nuestro protagonista.
En el monólogo de Don Carlos, en un principio, se ve el
anhelo de recuperación de su amigo, al que le debe la vida y le está muy
agradecido:
¿Ha de morir
...¡qué rigor!
tan bizarro militar?
Si no lo puedo salvar
será eterno mi dolor.
Puesto que él me salvó a mí,
y desde el momento aquel
que guardó mi vida él,
guardar la suya ofrecí. (pp. 119)
Al paso que va
reflexionando en su soledad, Don Carlos comienza a sospechar sobre ese tal «don Fadrique de Herreros»:
¡Cielos!...¡Qué rayo de luz
sobre mí habéis derramado
en este momento!...Sí.
¿Podrá ser éste el traidor,
de mi sangre deshonor,
el que a buscar vine aquí. (pp. 119)
Y se decide a
abrir la misteriosa caja. Don Carlos tiene muy presente el destino, en el que
cree que está presente la idea de su venganza al culpable de la muerte de su
padre. El tema del destino es el más importante, ya que la obra gira en torno a
este:
Salid, caja misteriosa,
del destino
urna fatal,
a quien con sudor mortal
toca mi mano medrosa:
me impide abrirte el temblor
que me causa el recelar,
si en tu centro voy a hallar
los pedazos de mi honor. (pp. 120)
El tema del
honor es también relevante en el desarrollo del drama, ya que Don Carlos, a
pesar de ser amigo de Don Álvaro (sin saber su identidad) decide batirse en
duelo con él, olvidando su relación; mientras que Don Álvaro se resiste a esa
batalla e intenta evitarla. Para Don Carlos, el honor es lo más importante y si
hace falta morir por él, que así sea:
Mas si la suerte me da
tan inesperado medio
de dar a mi honor remedio,
el perderlo ¿qué será?(…)
A Italia vine anhelando
mi honor manchado lavar; (pp. 121)
Como buen
hombre de honor, Don Carlos no quiere que muera por el balazo, sino que este
desea su recuperación para batirse en duelo. Al final, el vencedor del duelo es
Don Álvaro.
La venganza es
otro tema muy presente en esta obra romántica, al igual que la muerte.
Finalmente, el
vencedor es el destino, pues Leonor y Don Álvaro nunca llegan a estar juntos,
ya que Leonor es asesinada por su hermano; y Don Álvaro, ante esta desgracia,
decide acabar con su vida, lanzándose por un precipicio.
Vemos que el
engaño y el hecho de ocultar la identidad es necesario para que cada personaje
consiga su propósito. Aparece así el pensamiento romántico del mundo como
máscara. Se desarrolla a lo largo de toda la obra: cuando Leonor se disfraza de
hombre, los falsos nombres de estos dos personajes del fragmento a comentar,
cuando Don Álvaro acude al monasterio vestido de monje…
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Imagen: www.tiempodemusica.com.ar |
Referencias: -Duque de Rivas, Don Álvaro o la fuerza del sino, Ed. Alberto Sánchez, Madrid: Cátedra, 1988.
-Apuntes de clase.
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