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lunes, 23 de junio de 2014

La paz perpetua, Juan Mayorga

El poder y la violencia en La paz perpetua

Juan Mayorga  no entiende el teatro únicamente como mera diversión, su teatro también tiene el objetivo de provocar la reflexión en el espectador:
«En cuanto a mi propio teatro, no creo ser un autor moralista, pero sí soy un autor con preocupaciones morales porque soy una persona con preocupaciones morales. No sé si el teatro puede cambiar el mundo, pero creo que debo hacer teatro como si éste pudiera cambiar el mundo. En general creo que, si bien no hay que exagerar acerca de la capacidad del arte para transformarnos, hay que hacer arte como si el arte tuviera esa capacidad transformadora.»[1]
Juan Mayorga: cultura.elpais.com


Este dramaturgo se ciñe a la realidad de un modo muy peculiar, en este caso, a modo de fábula; en el que los perros actúan como podría actuar cualquier ser humano. Se trata de tres perros que luchan por una plaza en unos exámenes para combatir el terrorismo, el examinador es Casius (otro perro experimentado) que siempre va acompañado del Humano; el Humano es quien cuida y observa a los perros en sus pruebas.  Parece un argumento de lo más sencillo, pero este gran autor incluye temas tan contemporáneos y polémicos como el terrorismo, la existencia de Dios, el bien y el mal…Estos perros son capaces de reflejar al humano en todos los aspectos de su vida, incluso en el lenguaje tan actualizado.
Para incluir tales elementos en La paz perpetua es necesario que aparezcan aspectos como el poder y la violencia. En ese afán por caracterizar a los animales con los seres humanos, vemos la violencia instintiva del hombre, cuando Odín provoca a John- John para que acabe con Enmanuel:

ODÍN: (…) ¿Qué te pide tu instinto?
JOHN-JOHN: Matarlo.  (pp.46)

Más adelante, tras el test de preguntas, Odín afirma que los perros no tienen que estar de ningún lado, llegando a decir que:

ENMANUEL: Si hubieses visto la sangre de los inocentes, no hablarías como hablas.
ODÍN: No conozco a nadie inocente (pp. 57)

Odín carece de sentimientos hacia el prójimo, su máxima y única preocupación es su ego. Muestra una actitud muy común en los animales, pero que refleja al individuo codicioso.
Además, aparece la violencia utilizada como medio de defensa (en el sentido teórico). Se plantea esta cuestión ¿Para combatir a la violencia es necesaria la violencia? Es como el pez que se muerde la cola:

CASIUS: El análisis grafológico indica que sí, que es impulsivo. ¿Se considera violento?
JOHN-JOHN: En esta vida, tienes que ser amenazante para que no te amenacen a ti. El otro tiene que saber que lo pagará caro si se atreve. (pp. 70)

De la misma forma, John-John cuenta que ha recibido esa formación tan estricta a nivel físico para sobre vivir. Otra cuestión que se plantea: ¿El que sobrevive es el más fuerte?:

JOHN-JOHN: (…) En el colegio nos ponían pelis de gladiadores. «Os estáis preparando para una lucha a vida o muerte. No hay sitio para vosotros fuera de esa lucha.»Si no me dan el collar, deberían sacrificarme. (pp. 73)

Solo sirve para la lucha, para la violencia, como él mismo dice. No es capaz de pensar, ni de mirar a su alrededor; ni siquiera está hecho su cuerpo para pensar, pues le duele la cabeza cuando su cerebro se excita, es un perro creado para el combate. ¿Es probable que haya gente que solo actúa contribuyendo a la violencia, que no piensa?
Representación de La paz perpetua: www.tnc.cat

En la entrevista de John-John aparece el poder que presenta el hombre para el perro, el animal se adapta al humano, entregándose a este; puede simbolizar a aquellas personas que obedecen a «la mano que le da de comer»:

JOHN-JOHN: Puede que sea menos listo que esos dos, pero yo sería mejor con un hombre al lado. Él pensará por mí y yo sentiré por él (…) (pp. 75)

Cabe destacar que el poder queda reflejado también por la razón, según Enmanuel, es fundamental para todos los aspectos:

ENMANUEL: ¿De qué vale la fuerza sin una razón que la gobierne? ¿De qué vale un olfato que se pondrá al servicio de quien más pague? (pp. 76)

En este fragmento, además, se deja ver el poder del dinero y de las posesiones. El que está al mando es el que tiene el poder y el que gobernará a su subordinado. Esto lo podemos relacionar con el poder del humano que obligaba a Enmanuel a matar a otros perros:

ENMANUEL: Antes de vivir con Isabel, pertenecí a un hombre que me hacía pelear. Peleas clandestinas, con apuestas. (pp. 78)

Algo semejante ocurre cuando su dueño se encargaba de que Enmanuel cumpliera bien su función de asesino, castigándolo con palizas, aterrorizándolo:

CASIUS: ¿Eras buen luchador?
ENMANUEL: Tenías que serlo. Si cometías un error, el amo te pegaba hasta que aullabas pidiendo la muerte. Y cuando pegaba a otro, te hacía presenciarlo, para que vieses lo que te esperaba. A veces te pegaba porque sí, para endurecerte, decía él. (pp. 80)

Observamos que el humano utiliza la violencia para que sus órdenes sean acatadas.
Puedo agregar que finalmente, el escogido para la plaza es Enmanuel, el perro racional y sensible; que termina siendo asesinado por sus dos oponentes. Esto refleja hasta dónde puede ser capaz de llegar el ser humano, matando, si es necesario por sus propios intereses.
¿Veremos algún día esa paz utópica?
HUMANO: (…) ¿Recuerda cómo empieza La paz perpetua? Un cementerio es el único lugar que garantiza la par perpetua. (pp. 91)
Portada del libro: www.libreriayorick.com


Referencias:
·       -  MAYORGA, Juan: La paz perpetua (2009), Oviedo, KRK ediciones

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