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martes, 24 de junio de 2014

Los niños perdidos, Laila Ripoll



El poder y la violencia en Los niños perdidos


« España no ha superado su pasado y así la sociedad no se regenera» (Laila Ripoll)[1]
Laila Ripoll: www.madridteatro.eu

Laila Ripoll con Los niños perdidos, pretende mostrar cómo era la situación de los niños en la Guerra Civil y durante la posguerra española. Su propósito es que esta situación no vuelva a repetirse, que la sociedad tome conciencia de esas atrocidades que se llevaron a cabo y reparar el olvido de la existencia de tantos seres humanos[2]. Nuestra autora toma referencia de testimonios reales; esta obra es de carácter realista (excepto la inclusión de los fantasmas), por lo que Ripoll no evita las escenas de dolor, ni de violencia. Según ella, no hay que ocultar ningún aspecto, pues todo es relevante para que comprendamos esta obra y su propósito.
El poder y la violencia siempre van de la mano en las dictaduras, y esto es lo que se refleja en Los niños perdidos. A través de violencia y vejaciones ,pretenden educarlos.
El espacio en el que se sitúa la obra es simbólico, ya que refleja ese refugio de los niños, que viven entre «trastos inútiles», esto puede reflejar el descuido y el abandono de los chicos. La obra se desarrolla en el desván de un orfanato, donde ya podemos observar que se trata de un lugar frío y violento. Es una especie de prisión para todos (excepto para Tuso), pues no pueden salir de allí, ya que forman parte del recuerdo del mayor.

Conviene subrayar que las muertes de los tres niños proyectan la violencia a la que estaban sometidos: Cucachica es arrojado por la ventana por una monja; mientras que Lázaro y Marqués, que acudieron a hacerle compañía, recibieron palos por parte de esta y además se quedaron encerrados para siempre en el desván, siendo sus muertes, probablemente, debida a la carencia de alimentos, además del maltrato. Estos niños viven atrapados en el desván, pero gracias a la catarsis final, quedan liberados. Podemos interpretar el desván como una tumba en la que se encuentran los niños, pues ya son niños muertos, sin identidad, ni familia:

SOR: (…) los niños de aquí no existen. Son como fantasmas y nadie va a reclamar por ellos. (pág. 114)

Aparece el poder otorgado a los orfanatos para transmitir los valores a los niños, pero ¿qué valor transmite una educación con violencia? Los niños suelen ser violentos siempre, pero aún más cuando son criados en este ambiente, lo vemos en los protagonistas que constantemente están amenazándose unos a otros:

LÁZARO: ¡Retíralo o te parto el brazo!   (pág. 39)

El poder queda representado por Sor, pues es ella la que decide qué comerán los niños. También refleja la violencia porque además les pega y los amenaza. Los trata mal, pero además de eso, pretende que se lo agradezcan, ya que ellos no merecen nada por pertenecer a una familia de rojos:

SOR: (…) con las ganas que yo tenía de pasaros la mano por el lomo (…) Salvajes, que estáis sin civilizar. ¡Desagradecidos! (…) ¡Cómo se nota la sangre que lleváis!(…) os vais a quedar aquí encerrados y sin comer ni beber hasta que a mí me dé la gana (…)    (pág. 45)

La violencia da lugar al terror que hay sembrado en estas pobres criaturas inofensivas, le tienen mucho miedo a Sor, pues saben que es una persona agresiva:

CUCA: Me he hecho pis del susto   (pág. 47)

Las monjas son tan poco compasivas que, el día de la muerte de los niños, castigaron a Cucachica por haberse hecho pis encima al enterarse de que su madre había sido fusilada. Esto refleja la poca compasión de ellas y el maltrato al que estaban sometidos los pequeños.
Además, los chicos están hambrientos, esto refleja la miseria y la desesperanza a la que tenían que hacer frente:

LÁZARO: (siempre con la boca llena). Está asqueroso. (pág. 41)
CUCA: Bueno. (Chuperretea el suelo con los restos de pan mojado.) (pág. 48)

El poder queda proyectado también por la fuerza de los niños, donde manda el más fuerte y el mayor (poder jerárquico); Tuso es el mayor, y en su ausencia, Lázaro, que es muy agresivo; probablemente, porque anduvo un tiempo viviendo en la calle y tendría que defenderse.

MARQUÉS: Eres un abusón. (A Lázaro) (pág. 48)

El ruido (los pasos de Sor, la respiración) es también un elemento simbólico del poder, pues cada vez que suena, los niños se asustan. El ruido es el leitmotiv de la aparición en escena del terror, personificado en Sor.
En cuanto a Cucachica simboliza el miedo, ya que es el más asustón, su única protección es una sábana, de la que nunca se separa. Es lamentable que un niño se encuentre desamparado y que su única protección sea un trozo de tela.  
Sor busca imponer el miedo en los niños de forma consciente, para hacerse respetar, simbolizando el poder: (…) hace guardia con el cazamariposas como si fuera un fusil. (pág. 52)
Con respecto a Dios y el castigo infernal, diré que estos son también representantes del poder, pues la monja los amenaza con eso:

SOR: (…) Allí estaréis quemándoos eternamente, sin morir jamás, porque la justicia de Dios así lo exige (…) (pág. 53)

Para la monja, la sangre también representa el poder, un poder que ella consiguió dejar atrás y vencerlo, con la ayuda de Dios: 

SOR: (…) No habéis sabido vencer la sangre que os corrompe.(…) (pág. 53)

Al mismo tiempo, la inspectora de la Sección Femenina representa un poder al que se ven sometidas las monjas, que obedecen de manera aparente para escenificar un comportamiento humano:

LÁZARO: No es muy mala. Cuando vino nos dieron postre y juguete. (pág. 59)

Las monjas golpean con frecuencia a estos pobres desgraciados que están sumidos en la miseria.
Vemos también que los niños conocen  las canciones de la dictadura, ya que esa es la única educación que reciben, no son conscientes de que al cantar esto, apoyan a ese bando que los separó de sus padres, esto refleja la inocencia de los personajes. Cuando juegan a hacer teatro, representan acciones de identificación nacional, del fascismo (sin saberlo). Esta inocencia da lugar a la esperanza, los niños anhelan a que llegue el día en que puedan salir del desván y regresar con sus familias:

MARQUÉS: (…) Mi madre (…) va a venir un día y me va a sacar de aquí (…) (pág. 71)

En todo momento está presente la obsesión de Cuca por su madre, esto muestra el desamparo y la soledad de estos niños. Al igual que está obsesionado con que Sor vuelva a tirarlo de la ventana, se ha impuesto el terror, debido a la violencia. El terror no solo se muestra por estas acciones, sino que también por imágenes:

LÁZARO: (…) Había montones de muertos en las aceras y nos daba muchísimo miedo porque algunos de los muertos los conocíamos. (…)   (pág. 100)

Las voces que aparecen representan el caos de la guerra, es posible que estas voces resulten familiares para algunos lectores que les tocó vivir en esta época. Son también representativas del poder y la violencia de la Guerra Civil y la posguerra.
Algo semejante ocurre con los soldados del bando nacional, cuando abusan de Tuso por su condición de retrasado, lanzándolo por un puente. Esto hace que Tuso odie la canción del himno nacional porque le recuerda ese día, los soldados sembraron el terror en él:

TUSO: (…) Pero como soy tonto y era pequeño, pues me agarraron por los pies y me tiraron al río (…) (pág. 78)

De igual modo, el poder de las monjas es tan elevado que puede cambiar la identidad de los niños a su antojo, para que no vuelvan con sus padres:

LÁZARO: (…) las monjas iban y me cambiaban el nombre. (…)  (pág. 101)

Finalmente, se desenvuelve la catarsis final: los niños son fantasmas y Tuso es el asesino de Sor, que la mató para defender a sus amigos, Tuso recurrió a la violencia para defenderse. Es por eso que Tuso ha crecido y los demás, no.
Aparece cómo ocultan las monjas los hechos, que es lo que se ha venido haciendo hasta ahora, dejarlo todo en el olvido, con lo que pretende acabar Ripoll:

TUSO:  (…) y cuando os vio tiesos y llenos de sangre casi se vuelve loca. Decidieron no dar parte para no montar un escándalo. Total, ya erais niños perdidos (…) (pág. 114)
Vemos que sus muertes no tienen valor, son muertes que permanecen ocultas, en el olvido.
Representación de Los niños perdidos: teatro.es


[2] RIPOLL, Laila, 2010: Los niños perdidos, Oviedo, KRK ediciones. (pág. 20)

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